Cuando un productor desarrolla una película, casi necesita un modelo para orientarse. Pero en el caso de FLOR DEL DESIERTO, fue mucho más difícil. Había que unir tres películas en una. El relato de la vida de Waris Dirie no solo es una moderna Cenicienta, también cuenta cómo una joven africana emigró a Europa además de ser la historia de una mujer muy valiente.
FLOR DEL DESIERTO es una dramática y conmovedora historia que abrirá los ojos a muchas personas y conseguirá cambios, como ya lo hizo el libro del mismo título que desgarró a millones de lectores en todo en mundo.
Los derechos literarios
La autobiografía de Waris Dirie, Flor del desierto, se publicó en Alemania en 1999 y no tardó en alcanzar las listas de libros más vendidos. Lo leí unos seis meses después, pero pensé que no valía la pena intentar comprar los derechos ya que se había publicado con anterioridad en Estados Unidos y los derechos de los superventas suelen estar vendidos antes de que el libro llegue al mercado alemán. Efectivamente, Elton John había comprado los derechos y tenía la intención de adaptar el libro con su productora Rocket Pictures.
Los derechos literarios
La autobiografía de Waris Dirie, Flor del desierto, se publicó en Alemania en 1999 y no tardó en alcanzar las listas de libros más vendidos. Lo leí unos seis meses después, pero pensé que no valía la pena intentar comprar los derechos ya que se había publicado con anterioridad en Estados Unidos y los derechos de los superventas suelen estar vendidos antes de que el libro llegue al mercado alemán. Efectivamente, Elton John había comprado los derechos y tenía la intención de adaptar el libro con su productora Rocket Pictures.
Pero Rocket Pictures y Waris Dirie tenían ideas muy diferentes de cómo debía filmarse el libro y, en 2002, los derechos volvieron a quedar libres. Me enteré por casualidad, y al cabo del año hablé con Waris Dirie, que entonces vivía en Londres. No diré que congeniamos inmediatamente, ni mucho menos. Me di cuenta de que no estaba dispuesta a dar los derechos cinematográficos a cualquiera de nuevo. Me pareció comprensible. Hay que confiar en la persona a la que se entrega una historia tan íntima. Nos vimos varias veces durante los nueve meses siguientes.
La financiación
La oportunidad de trabajar en una película de semejante envergadura no se presenta muy a menudo. Para asegurarnos de que el desarrollo de la película quedaría en nuestras manos y que no nos convertiríamos en un socio minoritario en una película internacional con mayoría de capital estadounidense, gran parte de la financiación debía ser alemana.
La financiación
La oportunidad de trabajar en una película de semejante envergadura no se presenta muy a menudo. Para asegurarnos de que el desarrollo de la película quedaría en nuestras manos y que no nos convertiríamos en un socio minoritario en una película internacional con mayoría de capital estadounidense, gran parte de la financiación debía ser alemana.
Algo nada fácil, ya que la historia poco o nada tiene que ver con Alemania. Además, debía ser una película dirigida al mercado internacional y, por lo tanto, rodada en inglés, lo que excluía en principio a los actores alemanes.
El guión
Hacía tiempo que quería hacer una película con Sherry Hormann. Nos vimos en el verano de 2004 y le di un ejemplar de Flor del desierto. Al principio no fue muy entusiasta: “¿Otra historia de mujeres?” Pero leyó el libro y cuando volvimos a vernos, había cambiado de parecer. Dejó muy claro por qué le había fascinado la historia. Ya no tenía dudas de que Sherry no solo era la guionista ideal, sino también la realizadora perfecta para la película.
El guión
Hacía tiempo que quería hacer una película con Sherry Hormann. Nos vimos en el verano de 2004 y le di un ejemplar de Flor del desierto. Al principio no fue muy entusiasta: “¿Otra historia de mujeres?” Pero leyó el libro y cuando volvimos a vernos, había cambiado de parecer. Dejó muy claro por qué le había fascinado la historia. Ya no tenía dudas de que Sherry no solo era la guionista ideal, sino también la realizadora perfecta para la película.
Durante los años de preproducción, llegamos a conocer muy bien a Waris. Como en la primera reunión que mantuve con ella, a veces no fue nada fácil. Es una mujer con mucho carácter, vibrante e interesante, que no se deja convencer fácilmente. Sacrificó una parte suya durante años y fue capaz de revelar detalles muy íntimos de su persona para luchar contra la mutilación genital femenina. Solo puedo decir que mi respeto por Waris Dirie crecía a medida que pasaba el tiempo. Adaptar un libro a la pantalla, más aún cuando se trata de una autobiografía, es uno de los mayores retos de nuestra profesión. Después de largas charlas y varias versiones, decidimos por fin centrarnos en la época de Waris en Londres.
El reparto
Para que una adaptación autobiográfica funcione en la pantalla, mucho depende del actor o actriz que encarne el papel protagonista. Waris aparece en casi todas las escenas de la película, por lo que necesitábamos a una actriz capaz de llevar ese peso.
El reparto
Para que una adaptación autobiográfica funcione en la pantalla, mucho depende del actor o actriz que encarne el papel protagonista. Waris aparece en casi todas las escenas de la película, por lo que necesitábamos a una actriz capaz de llevar ese peso.
Fue imposible encontrar a una actriz conocida que tuviera los rasgos típicos de la gente del este de África. No quedó más remedio que realizar un casting para actrices menos famosas, incluso noveles, de lo que se encargó la agencia de casting londinense Ros & John Hubbard. Vieron a cientos de jóvenes en Londres, París, Kenia, Sudáfrica, Nueva York y Los Ángeles. Al cabo de seis meses, empezamos a ponernos muy nerviosos porque seguíamos sin protagonista.
Una noche, Sherry me llamó y dijo: “El segundo DVD, la cuarta, es ella”. Curiosamente, también me había fijado en Liya Kebede mientras revisaba las pruebas de casting. El día siguiente recibimos más material y descubrimos que Liya era una modelo conocida en Estados Unidos y que ya había interpretado pequeños papeles en El buen pastor, de Robert De Niro, y El señor de la guerra, de Andrew Niccol. Le pedimos que hiciera una prueba adicional. La decisión estaba tomada.
Una vez encontrada la protagonista, empezamos a buscar el resto del reparto, desde los impresionantes actores africanos, la mayoría no profesionales – algunos nunca habían visto una cámara antes –, hasta los grandes actores británicos. Fue un auténtico placer ver trabajar a Sally Hawkins, Craig Parkinson, Meera Syal, Timothy Spall y Juliet Stevenson, así como al estadounidense Anthony Mackie. Todos ellos querían formar parte de la película.
El rodaje
El rodaje
Yibuti es un diminuto Estado entre Somalia y Etiopía que había pertenecido a Somalia, y por lo tanto era el lugar ideal para nosotros. La capital, Yibuti, es lo más parecido a Mogadiscio antes de la guerra civil. El rodaje empezó en Yibuti el 29 de marzo de 2008. Era imposible rodar más tarde; a partir de mayo, las temperaturas alcanzan los 45 grados, incluso 50 grados a la sombra.
Después de un corto descanso, se empezó a rodar en Londres el 20 de mayo, en Alemania a principios de junio y en Nueva York a finales de julio. Se rodaron los exteriores en decorados naturales en Londres y Nueva York. Los interiores se rodaron en platós en Alemania y en decorados en Colonia, Berlín y Múnich.
Antes de empezar, nadie creía que el complejo plan de rodaje pudiera llevarse a rajatabla, pero así fue. Terminamos el 21 de julio en Nueva York, después de 52 días de rodaje, exactamente de acuerdo con el plan que habíamos diseñado en noviembre del año anterior. Debemos este increíble logro al departamento de producción y sobre todo a Gerhard Hegele, el director de producción.
La dirección
Ver a Sherry Hormann trabajar con los actores era realmente impresionante. Por ejemplo, durante el ensayo de la escena en que Lucinda entra en la pensión, no tardé en darme cuenta de que cada actor tenía una idea diferente de cómo debía desarrollarse. Sherry colocó a cada actor, les indicó cómo debían moverse, quién diría qué y cuándo. A todas luces, algo básico para un director, pero al cabo de un rato, ocurrió algo. Los actores empezaron a abrirse, a florecer, se sentían bien. Una sensación de confianza y seguridad llenaba el ambiente y lo bueno se hacía mejor.
Liya Kebede, en una entrevista que realizó durante el rodaje, dijo que solo esperaba que el público saliera de la sala sintiéndose por igual triste y feliz a la vez, y con ganas de que las cosas cambiaran.
La dirección
Ver a Sherry Hormann trabajar con los actores era realmente impresionante. Por ejemplo, durante el ensayo de la escena en que Lucinda entra en la pensión, no tardé en darme cuenta de que cada actor tenía una idea diferente de cómo debía desarrollarse. Sherry colocó a cada actor, les indicó cómo debían moverse, quién diría qué y cuándo. A todas luces, algo básico para un director, pero al cabo de un rato, ocurrió algo. Los actores empezaron a abrirse, a florecer, se sentían bien. Una sensación de confianza y seguridad llenaba el ambiente y lo bueno se hacía mejor.
Liya Kebede, en una entrevista que realizó durante el rodaje, dijo que solo esperaba que el público saliera de la sala sintiéndose por igual triste y feliz a la vez, y con ganas de que las cosas cambiaran.
Sus palabras expresan el deseo de todos los que hemos trabajado en esta película.
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